11/2/10

Sobre toros



LOS TOROS,  LA IZQUIERDA  Y CATALUÑA
Miguel Lucas Picazo
Primer Tercio: los Toros.

Festejar con toros ha sido una práctica habitual a lo largo de la historia en diversos territorios, especialmente del Mediterráneo. En el caso de España desde el siglo XVI, al menos, se viene discutiendo sobre la antigüedad de los toros, habiendo teorías para todos los gustos: las que se remontan a la prehistoria y a la familia de los primitivos uros, las que adjudican a los nobles guerreros moros el toreo a caballo y a pie, etc. Quizás la fuente iconográfica más concreta sobre la práctica del toreo en España esté en el artesonado del monasterio de Santo Domingo de Silos, donde se  observa cómo ya en el siglo XIV la tauromaquia está presente en rituales festivos y religiosos. Por diversos motivos, el poder político ha mostrado en muchas ocasiones una exagerada taurofobia y animadversión hacia esta fiesta. Isabel la Católica, como los toros era cosa de moros, los prohibió; el Papa Pío V en  la Bula promulgada en 1567 decía “estos espectáculos taurinos no tienen nada que ver con la piedad y caridad cristiana y queriendo abolir estos espectáculos cruentos y vergonzosos, no de hombres sino del demonio, prohibimos terminantemente bajo pena de excomunión a los que permitan la celebración de estos espectáculos en los que se corren toros y otras fieras en los lugares donde se lleve a cabo”; posteriormente, los ilustrados y los Borbones en el siglo XVIII la consideraron una fiesta del vulgo y poco productiva; y en la actualidad, qué decir del discurso abolicionista, tan presente en algunos sectores políticos y ecologistas. Nadie duda, creo, sobre la complejidad de los rituales taurinos y su imbricación en la cultura ibérica cuyo significado es tan profundo y poético como ya advirtiera García Lorca: “la fiesta de toros es la más culta que hay hoy en el mundo”, “el toreo es, probablemente, la riqueza poética y vital mayor de España". 
Segundo Tercio: la Izquierda. 
A pesar de su origen nobiliario, los toros han sido siempre un espectáculo popular y, sobremanera, muy participativo. Tanto que, a pesar de las prohibiciones, nadie ha conseguido su merma. La izquierda española y la intelectualidad adscrita a ella –la generación del 27 tan ligada al torero y polifacético  Ignacio Sánchez Mejías, por ejemplo- mostró, antiguamente, simpatía y veneración por el arte del toreo.  La plasticidad, estética, indefinición sexual, el sentido trágico de la muerte, las metáforas entorno a los toros, etc, fueron una fuente de inspiración inagotable para artistas y escritores de todas las épocas (Goya, Falla, Dalí, Picasso, Hemingway….). En cambio, en estos momentos la izquierda y los intelectuales, si así podemos llamar a algunos que se autoproclaman como tales, niegan o invisibilizan la dialéctica taurina y son muchos los que estratégicamente se han apuntado a una ambigüedad calculada. Luis Eduardo Aute hace unos meses “echaba de menos las voces de algunos artistas en defensa de la fiesta”. El giro puramente mercantil y engañoso por el que están atravesando los festejos taurinos, no es motivo para que la izquierda eche en saco roto la enorme trascendencia cultural del fenómeno taurológico y su histórica tradición taurofílica. En Albacete, la izquierda marxista -Izquierda Unida-  sólo observa la fiesta de los toros como un simple acto administrativo, aunque anteriormente, cuando no gobernaba, sencillamente era como si no existiera, o sea invisible y negada. La miopía política de la izquierda para tratar los asuntos taurinos desde diferentes perspectivas le impide ver otros posibles y sustanciosos planteamientos.
Tercer Tercio: Cataluña. 
Un paso más en la afirmación de su identidad. Las corridas de toros, tal y como las conocemos ahora, siguen el modelo de tercios y suertes de corte andaluz. La Tauromaquia de Goya nos ilustra mejor que nadie sobre la variedad de suertes antes de imponerse el toreo sevillano. Así lo atestigua, también, los numerosos estudios que describen con detalle la diversidad europea  (en Inglaterra estuvieron muy extendidas las luchas de toros y perros, por poner un ejemplo) a la hora de festejar con toros. Los forcados portugueses, recortadores aragoneses, la corrida camarguesa,  encierros populares, toros de fuego, toros embolaos, toreo a caballo, etc, son otros  ejemplos de un legado taurino muy heterogéneo. El escenario del nacionalismo no está sólo en el Tribunal Constitucional, está en una permanente construcción que necesita revalidarse ante su otro español, que en lo referente a los toros son las corridas andaluzas, convertidas en hegemónicas y aupadas interesadamente en Fiesta Nacional. 

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