19/7/12

Adiós a lo local



                                                                                                     Miguel Lucas Picazo
   (Colectivo Tersites)
Si hace unos años la modernidad europea proponía como base para todas las reformas administrativas y de gobierno “el giro  hacia lo local”, ahora el inepto Rajoy se va a cargar una de las mayores riquezas inmateriales que aún ostenta nuestro país: la cultura de lo local. De prosperar la reforma de la Ley de Bases de Régimen Local –anteproyecto que Hacienda presentó en el sonado Consejo de Ministros último- por la que las diputaciones provinciales asumirían funciones de los municipios de menos de 20000 habitantes, toda la filosofía europea basada en el “territorio” y en  los servicios de máxima proximidad,  irá dando paso, bajo el falso argumento de la eficacia, a la simple gestión de la cuadratura presupuestaria. Funcionarios asépticos y lejanos a la realidad del vecindario asumirían las riendas de pueblos con tanta población como La Roda o Tobarra, por citar algunos de nuestra provincia. Una de las leyes más importantes de nuestro desarrollo constitucional, como es la Ley 7/85 Reguladora de las Bases del Régimen Local, quedaría con las reformas presentadas como un mero apéndice administrativo del Estado y convertiría a los entes locales en corrales de la Pacheca. Si hasta ahora el clamor popular y la lógica política abogaba por el ocaso de las diputaciones provinciales, con las reformas aprobadas éstas se verán reforzadas, en deterioro de la auténtica corporación local que no es otra que la municipal.

A poco que repasemos la historia de España observaremos la importancia de lo local para el contexto nacional; tanto que, incluso, la misma identidad española, como afirma Álvarez Junco, nace de los levantamientos de madrileños, gerundenses, zaragozanos y del resto de localidades que en 1808 se alzarían contra  “el otro” francés. En definitiva los españoles siempre nos hemos sentido más de la patria chica que de la patria grande y hemos tenido más identidad local que nacional. Prueba reciente de ello en estos años de triunfos futbolísticos es que  La Roja, convertida en verdadero símbolo identitario de lo español, convive y comparte éxitos con la Fuentealbilla de Iniesta o el Móstoles de Casillas, localidades que por ser la cuna de nacimiento de estos dos mitos del fútbol español han adquirido un  gran renombre y, en el caso de la albaceteña, hasta centro de peregrinaje y turismo.

La organización territorial de España es una asignatura pendiente desde la época de la Transición y tras la crisis económica son muchos los que están aprovechando esta coyuntura para promover  la vuelta al centralismo o, en el caso de las regiones históricas, a la situación anterior al modelo conocido por  “café para todos”, que tanto disgustó a catalanes y vascos. Desde luego que el modelo de una administración de competencias compartidas –como el que tenemos en España- en más de cuatro niveles (local, en algunos casos comarcal, provincial, regional y estatal) donde todos pueden hacer de todo, no ha dado sus frutos y se haya confundido muchas veces “competencia compartida” con duplicidad de funciones lo cual necesita, eso es cierto, una profunda reforma y aclaración. Sin embargo, creemos que eliminar el primer nivel competencial, que es el más importante de todos y el más cercano a los ciudadanos, como la misma ley de Bases de Régimen Local dice en su artículo 2 de conformidad con los principios de descentralización y de máxima proximidad de la gestión administrativa a los ciudadanos, sería un retroceso hacia los ayuntamientos del franquismo o del liberalismo doctrinario. A todo ello habría que añadir la problemática que supondría el trasvase de personal de las entidades locales a las provinciales y, a veces, viceversa lo cual supondría eso que ahora se llama eufemísticamente “ajustes” de personal y que ya sabemos que consiste en mandar a la gente al paro eterno. No me extraña que volviésemos a las “cesantías” de antaño cuando liberales y conservadores se turnaban en el poder y con ellos se marchaban o volvían los funcionarios correspondientes.

Si no queremos dar un adiós a lo local, tenemos que apoyar en las manifestaciones de esta tarde y en las sucesivas movilizaciones la reivindicación de las culturas locales e impedir que clausuren nuestros pueblos por la vía del decreto, que es lo que se pretende.




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