DESAHUCIO
Miguel Lucas Picazo
(Colectivo Tersites)
Hemos conocido estos días el resultado del concurso
organizado por el Instituto Cervantes para elegir la palabra más hermosa del español
que, como ya sabemos, recayó en “Querétaro”, un bonito vocablo prehispano que
da nombre a una histórica ciudad mexicana. No sé si alguna otra institución ha
tenido el atrevimiento de organizar el certamen contrario y seleccionar, no las
palabras más lindas, sino las más feotas y horribles. El español es tan sonoro
y armonioso que esta segunda competición estaría más reñida y sería mucho más
desafiante.
Por si acaso alguien lanzara el reto, voy a proponer, a mi
entender, cuál es la palabra más deslucida de nuestra lengua: desahucio. Ya por
su etimología y familia léxica –viene de fiducia- el palabro nos suena mal y,
peor aún, si nos atenemos a su evolución hacia la forma verbal ahuciar , a
pesar de su noble significado: otorgar confianza. Al palabrote aún se le empeoran
más las cosas cuando le añadimos el prefijo “des”, que es el motivo que tanto
nos hace pensar a la hora de escribir la fatídica “hache intercalada” en el
lugar más habitual a nuestros ojos y ponemos “deshaucio” por desahucio. Solo
por esto ya entraría en el ranking de términos horrendos, pero seguro que se
colocaría en los selectos primeros lugares al incorporar su significado:
desalojo de un inquilino de su vivienda por mandato judicial, o sea, que te
echan de tu casa de una patada, sin que puedas rechistar. Por si faltaba algo,
la última legislación sobre arrendamientos urbanos le buscó un mal acompañante,
mitad francés y mitad anglosajón, “express” dando lugar a la expresión
“desahucio express”, que más parece nombre de olla o cafetera moderna que
término jurídico.
Toda esta perorata erudita solo tiene la finalidad de buscar
una ligazón para solidarizarnos con el movimiento más cabal y justo que ha
surgido al hilo del 15 M, me refiero en concreto a las asociaciones de antidesahucios
que están proliferando e impidiendo que muchos de los afectados por las abusivas
hipotecas de los últimos años dejen sus casas. Cuando los bancos, como nuestra ex
Caja Castilla-La Mancha, se endeudaron hasta límites abismales y no pudieron
cumplir sus compromisos económicos, ningún desahuciador se acercó a exigirles
que abandonaran sus locales, más bien sucedió lo contrario, que el Banco de
España y el resto de autoridades económicas saldaron las deudas y la
ingeniería financiera haría el resto
para evitar las quiebras y desahucios. Cuando una empresa, como las muchas que
han provocado la burbuja inmobiliaria, no le cuadran las cuentas, o recurren a
los “eres” o echan el cerrojazo sin más; una autoridad judicial controla el proceso permitiendo que el
empresario salga con sus bienes intactos, e incluso, cobrando un sueldo
(recordemos el caso de Viajes Marsans, por poner un ejemplo). Tampoco en este
caso hay desahucio que valga. Ahora bien, si el que se ha equivocado es un
pobre trabajador que en su día compró un piso, porque si no lo hacía
culturalmente estaba fuera del sistema, entonces sí, se persona en tu casa el agente -o agentes-
de desahucio para obligarte, en primer lugar, a devolver la vivienda al banco y,
después, exigirte por otros medios más finos que cumplas con los compromisos
firmados. ¿Por qué a los bancos, a las cajas de ahorro y a las empresas se les
ha eximido de sus responsabilidades y a las familias hipotecadas no se les da
un respiro? ¡Qué fácil sería para el
gobierno y cortes legislar medidas que amortiguaran las dichosas hipotecas! Sin embargo no lo hacen.
Ha tenido que llegar el 15 M para que la buena gente, como ya
ocurriera en las primeras fases del movimiento obrero con las cajas de
resistencia y otras medidas de ayuda y socorro, de forma espontánea se
concentre en los lugares próximos a los desahucios e impida a los bancos, unos
de los mayores causantes de la crisis, que dejen en la calle a familias
honradas y trabajadoras. Si los gobiernos no hacen caso de estas
reivindicaciones en este momento, no
estarán legitimados en los próximos eventos electorales para evocar otra de
esas hermosas palabras españolas de las que tanto se abusa , me refiero a la
palabra “izquierda”.
No hay comentarios:
Publicar un comentario